FORSEE : Indicateur évalué
Indicador 4.3: Naturalidad | |
Coste 845.64 € 0,0153 € / ha forestal arbolada Estos costes comprenden: | Resultados Teniendo en cuenta los criterios de naturalidad propuestos, podemos observar que la mayor superficie forestal corresponde a plantaciones (tabla 4.3.1), con una superficie muy similar a las masas semi-naturales, por el contrario las masas naturales son bastante más reducidas. Tabla 4.3.1: Grado de naturalidad Un desglose de dichas superficies es interesante para tener una percepción de la situación actual del área piloto. Así se puede observar que el mayor porcentaje de las masas codificadas como plantación corresponden a pinares con casi 23.000 ha (principalmente de P. sylvestris y P. nigra) y a las plantaciones de chopo con algo más de 3.500 ha. Por otra parte la presencia de Cupressus arizonica es méramente anecdótica con una superficie de 21 ha. Respecto a las masas semi-naturales, se encuentran compuestas principalmente por rebollares, con algo más de 21.000 ha. Por último, es destacable la escasa superficie clasificada como natural (11.800 ha), de las cuales casi la mitad corresponde a matorral (6.171 ha), siendo los encinares (1.177 ha) y los bosques de ribera (1.051 ha) las formaciones arboreas más importantes en esta clasificación. |
Observaciones Como se ha comentado anteriormente, los bosques de ribera son una de las formaciones más destacables dentro de las masas naturales. Si bien, los bosques de ribera en la zona piloto, salvo un par de excepciones, se encuentran restringidos a franjas lineales de apenas un par de metros respecto del cauce, por lo que su delimitación y cálculo de superficies a partir de los mapas forestales es cuanto menos dudosa, debido a su escala de resolución. | |
Problemas y mejoras Los criterios de clasificación aplicados para la evaluación de este indicador, se basan en el código tipo de estructura establecido en la base de datos asociada al MFE50. Esto conlleva el inconveniente como es no poder llevar a cabo comparaciones entre los diferentes mapas forestales para analizar la tendencia de este indicador, ya que los mapas forestales previos no presentan tal información. De este modo, es importante que el nuevo mapa forestal español que comienza su elaboración en el presente año 2007, recoga este campo de información y que los criterios de clasificación no varíen (lo cual imposibilitaría futuras comparaciones e invalidaría la metodología propuesta para la evaluación de este indicador) Sin embargo, el gran problema presente en la evaluación de este indicador es el asociado a los errores propios de la fuente de información utilizada (MFE50), el principal de ellos se presenta en las incongruencias entre los distintos campos de su tabla de atributos, por ejemplo en el área piloto donde todas las masas de pinar son originarias de plantación si calculamos la superficie de las teselas de pinar obtenemos una superficie de 27.749 ha mientras que si estimamos la superficie de las teselas con tipo de estructura 2 (plantación) correspondientes a pinares, únicamente obtenemos 23.582 ha, es decir 4.167 ha menos que las que se deberían obtener si el campo tipo de estructura estuviese correctamente elaborado. | |
Comentarios y discusión Los resultados obtenidos en este indicador son elocuentes, por un lado nos muestran el elevado porcentaje de masas procedentes de plantación (aún encontrándose infravalorado como se ha comentado anteriormente) que por su composición de especies, regularidad, tamaños, etc, todavía no han sido consideradas como masas naturalizadas. Sin embargo, si tenemos en cuenta que estas masas corresponden a pinares de repoblación que en la actualidad están desarrollando un regenerado de especies autóctonas como rebollo, parece claro que la gestión futura de las masas determinará su posterior evolución. De este modo, dichas masas podrían alcanzar un grado de semi-naturalidad, que podría favorecer la biodiversidad del entorno. Por otro lado, las masas semi-naturales se encuentran compuestas principalmente por masas monoespecíficas de Q. pyrenaica. La evolución natural de estas formaciones se encuentra tan influenciada por la previa actividad humana que su regeneración, estructura y composición no variará de la actual en un futuro próximo, a menos que se lleve a cabo una gestión silvícola a tal efecto. Estas formaciones sufrieron un punto de inflexión en la década de los 70 con la pérdida del sistema tradicional agrario y el éxodo de la población rural hacia las ciudades, de este modo el aprovechamiento de leñas, considerado como el uso tradicional y causante del tipo de gestión (cortas a matarrasa), fue abandonado. Así, en la actualidad los recursos no maderables de estas masas (aprovechamientos cinegéticos, micológicos, etc) representan su mayor utilidad y prácticamente única fuente de ingresos. Sin embargo, en un futuro muy cercano esta situación puede verse de nuevo modificada, ya que en la actualidad ante la cada vez más acuciante exigencia de energías renovables por parte de la sociedad, las nuevas políticas energéticas priman la obtención de energías renovables, entre las cuales la biomasa forestal cobra un papel fundamental por sus idóneas características. De este modo, en este tipo de masas que en las últimas décadas no habían sido prácticamente objeto de gestión silvícola (salvo las medidas consideradas como necesarias en la prevención contra incendios forestales), un aprovechamiento de biomasa y de otras nuevas utilidades como la tonelería (en investigación actualmente) generarían un ingreso económico que revitalizaría su gestión. Así, si dicha gestión fuese enfocada a la reconversión de las actuales masas en monte bajo a monte alto, llevaría consigo un cambio en su consideración de semi-natural a natural, con lo cual se incrementaría notablemente la superficie de masas naturales en el área piloto y en la región en general. Finalmente, la superficie arbórea del área piloto considerada como natural está fundamentalmente compuesta por encinares y bosques de ribera, lo cual nos indica que el mantenimiento de los mismos debería ser prioritario. Este indicador muestra una información muy interesante desde el punto de vista de la biodiversidad, por lo que unido a su reducido coste se considera adecuada su evaluación. Sin embargo, es importante apuntar que debido a los problemas previamente citados, este indicador únicamente debería utilizarse para percibir grandes tendencias (por ejemplo, transformación de las masas de pinar desde plantaciones a masas naturalizadas, denominadas semi-naturales). | |
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